Cuando el Parlamento Europeo vota una peligrosa resolución que rescribe la historia

Análisis
Author
Marc Botenga
ptb.be

¿Tendremos que cambiar el nombre de la avenida Karl Marx de Berlín, prohibir la venta de camisetas del Che Guevara, censurar discursos anticapitalistas o prohibir los programas educativos que señalen aspectos que se consideran demasiado positivos de los antiguos regímenes comunistas? Esto es, en cualquier caso, a lo que invita una resolución peligrosa del Parlamento Europeo.

Esta resolución fue aprobada el 19 de septiembre por la mayoría liberal, conservadora, la extrema derecha y una gran parte de los socialdemócratas y verdes europeos. Según este texto, los Estados miembros deberían "recurrir al trágico pasado de Europa", particularmente al de la Segunda Guerra Mundial, "para encontrar la inspiración moral y política" para condenar las manifestaciones actuales de fascismo y comunismo, que, a lo largo de la resolución, se van entremezclando.

Una lectura cuidadosa de esta resolución "sobre la importancia de la memoria europea para el futuro de Europa" muestra que, ante todo, asistimos a una reescritura política de la historia europea con el doble efecto de minimizar el ascenso del fascismo y criminalizar las fuerzas de la izquierda radical.

Una resolución que reescribe la historia

Lo que sorprende en un primer momento es que la resolución contiene graves errores históricos y reescribe la historia. En la resolución del Parlamento Europeo, la Segunda Guerra Mundial es descrita como la "consecuencia inmediata" del pacto germano-soviético de 1939, el pacto de no agresión que retrasó la invasión alemana de la URSS dos años.

Al reducir el origen de la Segunda Guerra Mundial al único pacto de no agresión germano-soviético, la resolución considera que tanto la Alemania nazi como la URSS son responsables de este conflicto mundial y los pone en el mismo pie. Sin embargo, con contadas excepciones, ningún historiador serio duda que durante la Segunda Guerra Mundial, los agresores fueron la Alemania nazi y la Italia y Japón fascistas. Los eurodiputados que apoyan el texto contradicen hasta las conclusiones del Tribunal de Nuremberg.

Además, la resolución ignora por completo la política de apaciguamiento y conciliación que llevaron a cabo las clases dominantes liberales ante la Alemania nazi. El texto borra los Acuerdos de Munich, anteriores al pacto germano-soviético, que firmaron Francia y Gran Bretaña con la Alemania nazi y la Italia fascista, que ofrecieron Checoslovaquia a los nazis. Ni rastro tampoco del Anschluss, es decir, de la anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938, con el visto bueno de Gran Bretaña y Francia. La resolución también muestra indiferencia o benevolencia ante la actitud de las potencias occidentales ante el aplastamiento de la República española en 1936-1939. Ni una palabra sobre el reconocimiento del régimen fascista de Franco por Gran Bretaña y Francia. Massimiliano Smeriglio, eurodiputado del Partido Demócrata italiano, que es muy crítico con la URSS, señala acertadamente que la causa de la Segunda Guerra Mundial debe ser "la complicidad silenciosa con la que el Estado liberal permitió el desarrollo del fascismo y el nacionalsocialismo contra el movimiento obrero".

Finalmente, la resolución adoptada por la mayoría de los eurodiputados pone en pie de igualdad a quienes construyeron el campo de exterminio de Auschwitz y al Ejército Rojo que liberó a los detenidos. Borra el papel esencial que desempeñan los comunistas en la liberación de los países de Europa del yugo fascista, gracias a la Resistencia de los diferentes países europeos y al increíble precio pagado por la URSS y el Ejército Rojo. Massimiliano Smeriglio explica: "No voté por este texto porque las democracias occidentales, las nuestras, nacidas en 1945, deben la victoria final a los angloamericanos, a los partisanos y al Ejército Rojo. Esa es la verdad histórica.” La Asociación de partisanos italianos, fundada después de la Segunda Guerra Mundial por combatientes de la resistencia antifascista, también reacciona: "Bajo una misma desaprobación se une a oprimidos y opresores, víctimas y verdugos, invasores y liberadores, olvidando además el terrible tributo en sangre derramada por los pueblos de la Unión Soviética (más de 22 millones de muertes) y hasta el simbólico acto de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo. Al desear poner el fascismo y el comunismo en pie de igualdad, la resolución insulta la memoria y las luchas de todos esos comunistas, partisanos y resistentes que sacrificaron sus vidas en la lucha antifascista en toda Europa.”

Rehabilitando el fascismo y el anticomunismo

La amalgama entre fascismo y comunismo también es falsa en cuanto al fondo. La ideología fascista se basa esencialmente en la idea de una jerarquía entre razas y culturas. Los nazis teorizaron que había personas inferiores ("Untermensch"), "no arios", algunos de los cuales tuvieron que ser exterminados. El fascismo estaba detrás de las tropas de choque que se necesitaban para defender el capitalismo en tiempos de crisis. El apoyo de numerosas grandes empresas y bancos alemanes fue fundamental para llevar al poder al partido nazi. La ideología comunista es lo contrario: se basa en los principios de igualdad y la emancipación de todos. Su objetivo es poner fin a la explotación del hombre por el hombre y es la alternativa al capitalismo. Es precisamente su opuesto.

Asimilar el comunismo al fascismo significa, por lo tanto, no solo rescribir la historia, sino también minimizar y de alguna manera rehabilitar la ideología fascista en un momento en que el fascismo está resurgiendo en toda Europa y está cada vez más normalizado por partidos de derecha.

El ganador del Premio Nobel Thomas Mann escribió: "Poner el comunismo ruso y el nazi-fascismo en el mismo plano moral, considerando que ambos son totalitarios, es en el mejor de los casos una superficialidad, y, en el peor de los casos, es fascismo. Los que insisten en esta equivalencia pueden jactarse de ser demócratas, en verdad, y en sus corazones, ya son fascistas; y ciertamente lucharán contra el fascismo solo en apariencia y de una manera poco comprensiva, pero se reservarán todo su odio hacia el comunismo.” No es casualidad que la resolución del Parlamento Europeo haya sido promovida por el partido de Viktor Orban y que la mayoría de los partidos europeos de extrema derecha hayan votado a favor.

El anticomunismo siempre ha sido el pilar de todos los movimientos de extrema derecha, desde Hitler en Alemania hasta Pinochet en Chile. Se trata de luchar contra todos los que proponen una alternativa al sistema capitalista. Hoy sucede lo mismo. El presidente brasileño de extrema derecha, Jair Bolsonaro, quiere hacer de Brasil "un baluarte contra el comunismo" en América Latina. Y el mismo odio anima a la N-VA [la Nueva Alianza Flamenca, el mayor partido en Bélgica] cuando describe al PTB como "desecho histórico", o a los grupos de extrema derecha como Schild en Vrienden que lanzan a la persecución del movimiento estudiantil, como Comac (estudiantes del PTB). Los marxistas, los defensores de mayo del 68, los sindicatos y los activistas por la igualdad, todos son enemigos y deben ser combatidos.

Una resolución sobre el pasado escrita para el presente

La resolución no se limita a reescribir la historia, sino que también llama a borrar todos los rastros de la historia real y a crear una nueva "cultura de memoria compartida". No se trata sólo de condenar al comunismo del pasado, sino también de prevenir el surgimiento de cualquier fuerza de izquierdas que cuestione el sistema.

Para lograrlo, la resolución llega a proponer la destrucción de monumentos históricos que celebran, por ejemplo, la contribución del Ejército Rojo a la victoria contra el fascismo, a reescribir las clases de historia para eliminar los aspectos que serían considerados demasiado benevolentes sobre los antiguos regímenes comunistas, renombrar las calles, prohibir la venta de objetos con símbolos comunistas ...

Hay otro elemento en esta resolución, cuya gravedad no puede ser ignorada: en nombre de la "democracia", legitima la prohibición totalmente antidemocrática de las organizaciones comunistas que se están llevando a cabo en ciertos países de la Unión Europea y abre la vía a intensificar y generalizar esta prohibición. En países con estas leyes, los partidos y organizaciones comunistas son equiparados a las fuerzas neonazis de que son los primeros y mejores oponentes. Y, como era de esperar, a menudo estos mismos países rehabilitan abiertamente a los criminales de guerra fascistas para retratarlos como valientes combatientes nacionales.

La resolución finalmente propone incluso una nueva misión civilizadora de la Unión Europea. Debe "preservar y promover" la democracia también fuera de su territorio. Es exactamente el razonamiento que estuvo en la base de las intervenciones militares occidentales a lo largo del mundo. También es en nombre de esta misión civilizadora que se cometieron los crímenes coloniales. ¿Se concede a la Unión Europea el derecho a intervenir en cualquier parte del mundo, militarmente si es necesario, en nombre de la "democracia"?

En un contexto de surgimiento de la extrema derecha y del fascismo en toda Europa, esta resolución no supone sólo una auténtica falsificación de la historia, es especialmente peligrosa políticamente. Debe entenderse como parte del proceso de normalización del fascismo y de la fascistización que se está desarrollando en nuestros países. El PTB obviamente ha votado en contra de este texto y continuaremos la lucha contra el fascismo en Bélgica y en Europa.